Como el mundo es consumido por crisis aparentemente intratables, las normas y valores que una vez fueron las respuestas profesionales guiadas se desafían diariamente.
Desde la ley internacional humanitaria, que rige la conducta de la guerra, hasta la ayuda humanitaria, la salud pública e incluso el periodismo, los marcos que una vez aseguraron la imparcialidad, la probidad y la equidad se han sacudido, y en algunos casos se han socavado.
“El desacoplamiento y el burla han interrumpido el comercio. La justicia para Palestina es más remota que nunca, y se están lanzando guerras no autorizadas sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU”, se lamentó el veterano diplomático chino Lu Kang en un discurso reciente.
Claramente, las nociones de equilibrio y objetividad se malinterpretan fácilmente, especialmente cuando las personas argumentan lo que es efectivamente el equilibrio falso o la equivalencia moral al impulsar sus agendas. Como argumentó la filósofa Hannah Arendt, la imparcialidad no debe confundirse con la objetividad científica.