La serie dibuja paralelos a la antigua serie de documentales fotográficos de la Dana Agua muerta, en el que el fotógrafo giró su lente a un parque acuático abandonado, congelando un lugar olvidado y desierto en sus marcos. Lo que podría unir estos dos cuerpos de trabajo es: “El instinto de encontrar un significado en la tristeza, recuperar y reinterpretar espacios que no son tradicionalmente hermosos ni convencionalmente fotogénicos, e imponer un sentido de propiedad y comprensión”, dice Dana.
Lo que más importa en todo el trabajo de Dana es el acto de presenciar, el tipo de presencia que le permite tropezar con todo tipo de tesoros visuales en los lugares más inesperados. Imágenes que esperan ser tomadas que no son solo una coincidencia, sino un rompecabezas del destino, un producto de estar donde sea que estemos, en un momento específico: al costado de una carretera, esperando en la estación de servicio, pasando por un parque. El fotógrafo toma cosas que seguramente se perderán u olvidarán y encuentra una manera de aferrarse a su tristeza, para conectarlo con emociones humanas universales.
Con el objetivo de abrir una conversación sobre la salud mental, “algo con lo que tantos artistas luchan”, ¿Por qué estoy triste? Se trata de buscar significado y conexión, “para formas de navegar el peso de nuestros mundos internos”, comparte Dana. En lugar de ofrecer una resolución, el Photobook es simplemente “un reconocimiento de que existe la tristeza, que nos da forma, y que merece ser visto y hablado. En un mundo que a menudo nos anima a esconder o minimizar estas emociones, quería crear un espacio donde pudieran tener cuidado, curiosidad e incluso un sentido de la belleza”, Dana termina.