Papa Francisco en una visita a Santiago de Cuba, Cuba, en septiembre de 2015.
Sven Creutzmann/Mambo Photo/Getty Images
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Antes de convertirse en Papa, Jorge Mario Bergoglio había viajado muy poco.
Como Papa Francisco, se convirtió en un jugador global, prefiriendo visitar lo que llamó la “periferia” del mundo, en Asia, África y América Latina.
Sus viajes incluyeron visitas a Myanmar, Bangladesh, Japón, la República Central de África, Mozambique, Uganda, Madagascar, Israel, Egipto, Irak, Ecuador, Chile y Cuba, entre otros países.
Ayudó a restaurar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba durante la administración de Obama.
Y sus consignas fueron “encuentro”, “diálogo”, “reconciliación” y “construyen puentes, no muros”.
El diálogo interreligioso fue uno de los pilares de su papado: forjó lazos más cercanos con el Ortodoxo Iglesia, protestantes y Musulmanesy continuó las buenas relaciones del Vaticano con los judíos establecidos por San Juan Pablo II.
Francis no tenía reparos en entregar mensajes abiertamente políticos.
Aceptando un prestigioso premio europeo en 2016, él bruscamente regañó la Unión Europea por su tratamiento de los migrantes y el sentido de la unidad deshilachada.
“Sueño con una Europa donde ser un migrante no es un delito … Sueño con una Europa que promueva y protege los derechos de todos”, dijo.