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Hay una delicada inquietud en el mundo de Anastasia Vladimirskaya, donde la belleza parpadea en ruinas y lo extraño adquiere una familiaridad inquietante. Como artista de IA, Anastasia no se somete a la tecnología; Ella se mueve junto a él, esculpiendo su lógica para responder a sus ritmos internos.

“AI se ha convertido en una extensión de mi proceso creativo”, comparte, “como una cámara o un pincel, algo que agudiza mis instintos pero no los reemplaza”.

En lugar de temer la capacidad de la IA para replicarse, ella lo ve como un murmullo del subconsciente colectivo. A través de su práctica, las percepciones fijas del fragmento de la realidad y la reconfiguración en composiciones mutables y emotivas que vacilan entre la sensación y la sintaxis. “La IA está remodelando el mundo del arte”, reflexiona. “Desafía cómo definimos la creatividad y quién puede participar en ella”.

Su trabajo lleva una estética distópica fuerte pero se siente extrañamente íntima. ¿Qué te atrae a estos temas?

“La distopía, en cierto modo, trae una sensación de certeza. Cuando un mundo ya está roto, no hay necesidad de tener miedo, solo observar, responder y reinterpretar. Hay belleza en ese espacio entre el colapso y la posibilidad”. El lenguaje de imágenes de Anastasia es tranquilo pero penetrante.

Su arte no grita; Susurra incomodidad, en capas de suavidad. Sus distopías no son advertencias: son retratos del presente, filtrados a través de la memoria y la metáfora. “La IA se ha fracturado nuestra realidad”, dice, “pero también se abre el subconsciente, revelando lo que hemos mantenido oculto durante mucho tiempo en nuestras psiques y almas”.

¿Cómo mantiene su identidad artística mientras usa AI?

“Es un desafío mantenerse arraigado en su voz cuando trabaja con una máquina. Pienso en la IA como un colaborador, pero el concepto, la estética, la composición, todavía provienen de mí”.

Su proceso es meticuloso. Cada fragmento generado por IA se elige, se reelabora y se coloca con cuidado. Desde su fotografía hasta sus bocetos surrealistas, las manos de Anastasia nunca dejan el trabajo, ahora usa más herramientas.

¿Cómo las preocupaciones éticas dan forma a sus elecciones creativas?

“De dónde provienen los datos, eso es importante. Se trata de ser responsable y consciente de lo que estamos alimentando en estos modelos. Quiero que mi trabajo se sienta consciente, no accidental”.

Sus influencias son personales y en capas: cine de ensueño, moda de archivo y la atracción emocional entre el miedo y la fascinación. “El surrealismo me ayuda a acceder a esa parte de la mente que es difícil de explicar. Y la IA, con su aleatoriedad y abstracción, es una forma de hacerlo visible”.

¿Dónde ves a la IA tomando el mundo del arte en los próximos años?

“La IA no terminará la creatividad, la remodelará. Nos estamos moviendo a un espacio donde la idea importa más que la mano que la hace. ¿Pero la visión del artista? Ese sigue siendo el centro de todo”. Para Anastasia, el futuro no se trata solo de innovación, se trata de intención. A medida que AI se vuelve más inteligente, cree que se les pedirá a los artistas que profundicen, que anclen su trabajo en significado en lugar de novedad “. AI es como un espejo ”, dice ella. “Da devolución lo que ponemos. No borra al artista, los amplifica”.

¿Tienes algún proyecto de ensueño que te encantaría darte cuenta?

“Siempre quise hacer un cortometraje completamente con AI. En este momento, el video de IA sigue siendo limitado, pero puedo ver un momento en que podemos cambiar la emoción de un marco (su textura, su luz, sin perder su movimiento. Ese es el sueño”.

El trabajo de Anastasia Vladimirskaya vive en el espacio entre tensión y ternura. Ella no deja que Ai cuente la historia: la coescribe, remodelando al grotesco en algo silenciosamente sagrado. En sus manos, la tecnología no es fría o distante; Es poético, emocional e inconfundiblemente humano.

Anastasia Vladimirskaya

OntaTa

Entrevista por Jagrati Mahaver

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