Los niños están creciendo rodeados de pantallas, aplicaciones y notificaciones constantes. Los teléfonos y las redes sociales dan forma a sus primeros vidas. Este uso tecnológico generalizado ha generado preocupaciones entre los padres, maestros y gobiernos. En respuesta, muchos han optado por prohibir el uso del teléfono.
En los últimos años, países como Francia, Turquía y Suecia han avanzado las políticas para restringir o eliminar el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas.
Australia fue más allá al prohibir el acceso a las redes sociales para niños menores de dieciséis años. En todo Estados Unidos y Canadá, los esfuerzos similares están ganando tracción. Incluso el cirujano general de los Estados Unidos propuso etiquetas de advertencia para las plataformas de redes sociales.
Este aumento en la regulación proviene de los temores sobre la salud mental, la disminución del rendimiento académico y la adicción digital. Pero, ¿las prohibiciones realmente ayudan a los niños, o simplemente estamos retrasando la conversación que realmente importa?
Promesa defectuosa de prohibiciones telefónicas
El atractivo de las prohibiciones radica en su simplicidad. Retire el dispositivo y los problemas desaparecen, o eso va la lógica.
Una evaluación con sede en el Reino Unido de las políticas de los teléfonos inteligentes escolares no informó una mejora real en la salud mental, el éxito académico, la actividad física o el comportamiento del aula. El uso general del teléfono de los estudiantes y los problemáticos hábitos de redes sociales permanecieron sin cambios.
Expertos como Victoria Goodyear de la Universidad de Birmingham Y los colegas desafían la idea de que los teléfonos mismos son el problema.
En cambio, argumentan que restringir el acceso no enseña a los niños cómo usar la tecnología de maneras saludables y reflexivas. De hecho, las prohibiciones solo pueden ofrecer la ilusión del control al ignorar las necesidades a largo plazo de las mentes en crecimiento.
Hay una verdad fundamental que no podemos ignorar: la tecnología no va a ninguna parte. Enseñar a los niños a usarlo sabiamente es mucho más útil que simplemente quitarlo de sus manos. Sin apoyo y orientación, los niños pierden la oportunidad de aprender autorregulación y responsabilidad digital.
Las prohibiciones del teléfono ignoran cómo las necesidades de los niños
Los niños no son todos iguales. Donde viven, cómo crecen y qué acceso tienen importantes. Una regla general no puede funcionar por igual para cada niño. En algunas partes del mundo, especialmente las zonas rurales o de conflicto, el acceso digital es un salvavidas.
Las niñas en Afganistán usan las redes sociales para aprender sobre sus derechos y seguridad. El informe LGBTQ+ Youth in China mejoró el bienestar mental a través de las comunidades en línea. En África subsahariana, las redes sociales conecta a las familias con la atención médica y el apoyo.
Prohibir la tecnología en estos contextos no protegería a los niños, podría aislarlos. Por otro lado, para los niños vulnerables a los problemas de ansiedad o autoestima, el tipo incorrecto de exposición digital puede causar daño.
La solución, sin embargo, no puede ser de talla única. Las experiencias de los niños con la tecnología están formadas por la cultura, la economía, la identidad y la seguridad.
Las restricciones ignoran esta complejidad. Reducen un desafío matizado en una elección binaria: acceso o sin acceso. Ese enfoque deja a demasiados niños sin apoyo.
Algunos han comparado las prohibiciones tecnológicas con medidas de salud pública como el control del tabaco. Pero esta analogía se desmorona rápidamente. Fumar causa daño directo e irreversible.
Los teléfonos y las redes sociales, por otro lado, ofrecen beneficios y riesgos. Pueden generar confianza, abrir puertas al aprendizaje y proporcionar una conexión social muy necesaria.
Una mejor analogía podría estar conduciendo. Cuando los accidentes automovilísticos se convirtieron en una preocupación, no prohibimos los autos. Construimos cinturones de seguridad, establecimos límites de velocidad, instalamos semáforos y enseñamos a las personas cómo conducir. Se necesita el mismo tipo de infraestructura para los niños que navegan por el mundo digital.
Diseñando experiencias digitales más seguras, creando comunidades en línea de apoyo y enseñando a los niños cómo usar la tecnología con intención: estos son los semáforos y los cinturones de seguridad de nuestra época. No prohíben el camino. Ayudan a los niños a viajar más de manera más segura.
Necesidad de mejores derechos de los niños
Los autores piden un cambio a un enfoque basado en los derechos, conformado por las Naciones Unidas Convención sobre los derechos del niño.
Este marco global enfatiza la inclusión, el desarrollo y la protección. No apunta a aislar a los niños de los espacios digitales. En cambio, busca prepararlos para la participación responsable e informada.
En el corazón de esta idea se encuentra cuatro principios rectores: no discriminación, actuando en los mejores intereses del niño, el derecho al desarrollo y el respeto por las opiniones de los niños.
En lugar de eliminar a los niños de entornos digitales, este modelo aboga por equiparlos para navegar estos espacios con confianza y cuidado.
El diseño también juega un papel central. Las características apropiadas para la edad pueden empujar a los niños hacia mejores hábitos. Estos podrían incluir límites predeterminados en notificaciones, contenido centrado en el aprendizaje o características compartidas que involucran a las familias en interacción positiva.
Pero en este momento, la mayoría de las plataformas no están construidas con las necesidades de los niños en mente.
Papel de la ley en el mundo de un niño
A pesar de la creciente preocupación mundial, ninguna legislación importante actualmente centra los derechos de los niños en el diseño de productos digitales. La acción voluntaria de las compañías tecnológicas se ha quedado corto.
Muchas características están construidas para mantener a los usuarios desplazados, no el aprendizaje. Para solucionar esto, los expertos proponen requisitos legales más claros sobre cómo las plataformas deberían servir a los usuarios jóvenes.
La guía de derechos infantiles del Reino Unido ofrece una de las hojas de ruta más detalladas. Alienta a los desarrolladores a considerar la privacidad, la salud mental, la creatividad, el aprendizaje y el juego al crear herramientas digitales.
Sin embargo, estas ideas siguen siendo opcionales. Leyes como la Ley de Servicios Digitales de la UE han avanzado, pero aún así se pierden desafíos clave como la orgor de orgoritis, que pueden impulsar contenido sesgado o dañino.
Sin reglas firmes, las empresas tienen pocas razones para cambiar sus prioridades. La seguridad y el crecimiento de los niños deben convertirse en más que una ocurrencia tardía: deben integrarse en la base de los espacios digitales.
Habilidades para un viaje digital de por vida
La educación es la herramienta más poderosa que tenemos. No solo el aprendizaje académico, sino el crecimiento emocional y social. Los autores enfatizan que las escuelas y las familias necesitan enseñar hábitos digitales como habilidades para la vida, comparables a la nutrición, el ejercicio o el sueño.
Un modelo prometedor se llama enfoque centrado en la agencia. Ayuda a los niños a sentirse en control de su uso técnico. Desarrollado a través de la investigación y los ensayos en el aula en los EE. UU., Este método combina estrategias de salud mental basadas en la evidencia con las propias experiencias digitales de los niños.
Por ejemplo, los niños pueden aprender cómo manejar la ansiedad que proviene de ser “deja en lectura”. Pueden obtener herramientas para cuestionar diseños de aplicaciones manipuladores o resistir la información errónea. La enseñanza ocurre en tres niveles: comprensión personal, apoyo entre pares y asociación para adultos.
Juntos, estos enfoques crean una vida digital que poseen los niños, no una que simplemente reaccionan.
Las prohibiciones del teléfono fallan sin soporte
Aunque prometen, estos cambios no serán fáciles. Muchas escuelas aún priorizan los puntajes de los exámenes sobre la educación emocional. Los maestros pueden carecer de capacitación o tiempo para codiseñar lecciones significativas con los estudiantes.
Los padres a menudo luchan por relacionarse, aprovechando sus propios recuerdos en lugar de las realidades actuales. Pueden establecer reglas basadas en el miedo, no en la confianza o el aprendizaje.
Es por eso que el apoyo profesional y la orientación accesible son esenciales. Los formuladores de políticas, los educadores y las familias necesitan herramientas confiables para construir entornos donde las habilidades digitales de los niños puedan prosperar.
Y sí, la industria tecnológica debe cambiar. Las ganancias ya no pueden llegar a expensas de la infancia. Hasta que las leyes reflejen esa prioridad, los niños permanecerán desprotegidos en un sistema no construido para ellos.
Empoderamiento sobre la eliminación
“En última instancia, existe la necesidad de cambiar debates, políticas y prácticas de un enfoque único en restringir el acceso de teléfonos inteligentes y en las redes sociales hacia un énfasis en fomentar las habilidades de los niños para el uso de tecnología saludable”, concluyen los autores.
Las prohibiciones pueden ofrecer a los adultos una sensación de control, pero no preparan a los niños para las realidades de la vida. Lo que realmente ayuda es la orientación, la educación consistente y los espacios digitales construidos con cuidado. Las leyes fuertes y el diseño reflexivo juegan un papel vital.
El objetivo no es desconectar a los niños del mundo digital, sino ayudarlos a crecer dentro de él, de manera segura y con confianza.
El estudio se publica en la revista El BMJ.
—–
Como lo que lees? Suscríbase a nuestro boletín para participar en artículos, contenido exclusivo y las últimas actualizaciones.
Visítanos en Earthsnap, una aplicación gratuita presentada por Eric Ralls y Earth.com.
—–








