Si hubiera alguna duda de queda, el momento unipolar estadounidense ha terminado. El 30 de enero, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, llamó a Time en la carrera de tres décadas del país como el único árbitro de los asuntos mundiales, calificándolo de “anomalía”. Una quincena después, el Secretario de Defensa Pete Hegseth explicó claramente la nueva dinámica cuando describió a China como un “competidor de pares” y le dijo a otros miembros de la Alianza de la OTAN que Estados Unidos debía centrarse en adelante en la disuasión de su nuevo rival de superpotencias. La invasión de Rusia de Ucrania, los conflictos en el Medio Oriente y la insistencia de los Estados Unidos de que los aliados de Canadá a Panamá rechazan lo que dice ser la infiltración china ya eran síntomas de un nuevo orden mundial fundamentalmente bipolar. Las tarifas generales del presidente Donald Trump sobre los socios comerciales globales, que presentó el miércoles, subrayan aún más el cambio.








