Capturando la magia de un momento e instándonos a deleitarse con las hermosas y breves maravillas de la vida, Róisín Pierce mostró su colección romántica AW25 doblada Nada puro puede quedarse. Un guiño a los escritores Sylvia Plath y Vladimir Nobokovla colección exploró la delicada tensión entre la belleza y la descomposición. Inspirado en las inquietantes líneas de Plath en Death & Co. – “La helada hace una flor / el rocío hace una estrella” – Pierce celebró el esplendor transitorio de la naturaleza. En el corazón de su visión estaba el copo de nieve: una creación fugaz e impecable que se derrite demasiado pronto, recordando a los asistentes que aprecien cosas de belleza frágil mientras las tienen.
Esta filosofía se materializó en una línea etérea de vestidos y gemelos hechos a mano, cerrando sin esfuerzo la brecha entre la elegancia nupcial y el romance cotidiano. Pasas de flores y piezas adornadas de encaje intrincados en la paleta exclusiva de Pierce de negro, azul y blanco, tonos que evocan pureza, renovación y transformación tranquila. Voluminosos volantes con brotes, vestidos de encaje transparente, pantalones de tul de seda que fluyen y delicadas bolsas de celosía de crochet, todas meticulosamente elaboradas utilizando técnicas irlandesas tradicionales, tejieron una narración de impermanencia y gracia.
Además de la atmósfera de ensueño, una serie de modelos se pusieron tocados delicados: correas de cabeza y gorras de encaje adornadas con aplicaciones similares a los dulces, ofreciendo el toque final a la romántica ensueño de Pierce.
Todo se estableció en un paisaje sonoro evocador compuesto por Simon Parrisentrelazando melodías instrumentales, actuaciones vocales y palabras habladas. Pierce se recitó pasajes de Plath y Nabokov, mientras inquietantes cepas de Mi laganuna canción popular irlandesa tradicional cantada por su madre, Angie, se combinó para presentarse en una fascinante danza de sonido e historia. A medida que la música se desvaneció para el silencio, también lo hizo el momento, dejándonos, como pretendía Pierce, fascinado por la impermanencia de la belleza.
Fotografía cortesía de Roísín Pierce.








