Cuando la abuela de Jennifer Sakai murió en 2002, la joven heredó un pequeño anillo, un kimono que su abuela usaba cuando era niña para ocasiones especiales y una caja que contenía fotos familiares. En el interior, algunas de las imágenes eran familiares. Otros, mucho menos. Mostraron la vida diaria en el campo de internamiento Poston en Arizona, donde toda su familia de ascendencia japonesa había sido deportada al final de la Segunda Guerra Mundial.
Durante años, Jennifer Sakai abrió y cerró esta caja, indecisa, antes de convertirlo en el corazón de un proyecto titulado “When We Return Home”, para el cual fue coincidente del 2024 Prix Virginia, otorgó a mujeres fotógrafas.
En 1942, los abuelos de la artista, Jack y Mary, junto con sus cuatro tíos abuelos y una tía abuela, tuvieron solo unos días para reunir sus pertenencias, abandonando su vida anterior para siempre, una gran granja de California donde crecían frutos. Considerados enemigos desde adentro durante el conflicto global debido a sus orígenes japoneses, a pesar de haber nacido en los Estados Unidos, los Sakais fueron encerrados en un campamento aislado en medio del desierto. Un total de 120,000 personas, dos tercios de ellos ciudadanos estadounidenses, fueron deportados a los 10 campamentos dispersos por todo el país.
Cuarteles en malas condiciones
Los Sakais vivieron en Poston durante tres largos años (el campamento cerró en 1945), en cuarteles con condiciones muy pobres, sin calefacción y sin privacidad. “Lo que le sucedió a mi familia hace 75 años puede sucederle a otros, que son víctimas de prejuicios, racismo y miedo al otro”, enfatizó el fotógrafo, quien ve su trabajo como una historia de advertencia para la actualidad.
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