Home Mundo Conozca a cinco habitantes imposibles de las profundidades marinas: uno es el...

Conozca a cinco habitantes imposibles de las profundidades marinas: uno es el animal más “feo” del mundo

32
0

Las profundidades del mar son un mundo que pocos verán jamás, pero está lleno de imposibilidades. Es un lugar donde la naturaleza desecha las reglas y crea criaturas que se sentirían como en casa en una película de ciencia ficción. En profundidades donde la luz del sol no puede llegar y las temperaturas caen a mínimos helados, la vida adopta formas extrañas.

Este inframundo de extremos nos ha brindado algunas de las criaturas más impresionantes jamás descubiertas: algunas de una belleza inquietante, otras deliciosamente extrañas. De todos los seres que hemos desenterrado en este paisaje alienígena, algunos destacan por ser particularmente alucinantes.

Conozca a cinco de los residentes más notables de las profundidades marinas: prueba viviente de que cuando se trata de vida bajo las olas, lo “imposible” está a la vuelta de la esquina.

1. Ángeles marinos: cambian de género

Los ángeles marinos, que recuerdan a pequeños seres celestiales, son una contradicción viviente: de apariencia delicada y serena, pero depredadores despiadados cuando ataca el hambre. Cazan principalmente mariposas marinas, que son parientes diminutos y con caparazón de los caracoles que flotan en el océano.

Estos moluscos diminutos, transparentes y sin concha son una maravilla de la evolución y captan la atención con su elegante natación “alada” y sus cuerpos translúcidos.

Los ángeles marinos, que miden sólo de 1 a 3 pulgadas de largo, baten sus aletas en forma de alas, que en realidad son estructuras modificadas de los pies, con un ritmo que imita el vuelo. Su translucidez casi fantasmal revela órganos internos de color naranja vibrante, lo que les confiere un brillo de otro mundo.

Igualmente fascinante es su capacidad para cambiar de género. Los ángeles marinos, que nacen machos, pasan a ser hembras a medida que envejecen, un proceso que garantiza su éxito reproductivo. Esta notable adaptación asegura flexibilidad en la reproducción, permitiéndoles desempeñar cualquiera de los roles dependiendo de su etapa de vida y las necesidades de su población. Cuando se aparean, se entrelazan en un abrazo lento y giratorio, creando una danza submarina que puede durar hasta cuatro horas.

2. Rape: maestros del parasitismo sexual

Con sus dientes afilados, su mandíbula elástica y su señuelo bioluminiscente, el rape es la encarnación de la rareza de las profundidades marinas. Este depredador, que se encuentra en profundidades que van desde 600 a 6000 pies, prospera en las zonas del crepúsculo y la medianoche, donde la luz del sol es tan escasa como la comida.

El rape, que abarca más de 200 especies dentro del Lophiiformes orden, cuenta con extraordinarias adaptaciones que le permiten sobrevivir en uno de los entornos más duros de la Tierra. La característica más emblemática del rape es su brillante “caña de pescar”, una espina dorsal modificada rematada con bacterias bioluminiscentes. Este señuelo cuelga justo encima de sus mandíbulas abiertas, atrayendo a la presa lo suficientemente cerca como para ser devorada.

La mandíbula elástica y el estómago expandible del rape le permiten consumir presas de hasta el doble de su tamaño, minimizando el gasto de energía en un hábitat donde es difícil conseguir comida. Sin embargo, su adaptación más notable es posiblemente su estrategia reproductiva.

El rape exhibe un dimorfismo sexual extremo: las hembras crecen hasta cuatro pies de largo y los machos alcanzan solo una fracción de ese tamaño. En el vasto vacío de las profundidades del mar, encontrar pareja no es tarea fácil. Para resolver esto, el rape macho recurre a una solución morbosa: el “parasitismo sexual”.

Al localizar a una hembra usando señales químicas, el macho muerde su piel y se fusiona con su cuerpo, fusionando sus sistemas circulatorios. Con el tiempo, el macho se atrofia, convirtiéndose en poco más que un apéndice productor de espermatozoides. Para la hembra, esto asegura un suministro confiable de esperma, mientras que el macho se beneficia de un sustento constante, eliminando la necesidad de buscar alimento.

3. Tiburón duende: parece haber salido nadando de aguas prehistóricas

De hocico plano, mandíbulas retráctiles y piel rosada traslúcida, el tiburón duende (Mitsukurina owstoni) es a la vez fascinante y temible: una criatura que parece haber salido nadando de una era prehistórica.

Y en cierto modo lo hizo.

Conocida como un “fósil viviente”, esta rara especie se ha mantenido prácticamente sin cambios durante más de 100 millones de años, lo que la convierte en uno de los depredadores más antiguos que aún patrullan las profundidades.

Puede que sus orígenes sean antiguos, pero el tiburón duende siempre se ha adelantado a su tiempo. Su largo hocico está equipado con órganos sensoriales llamados ampollas de Lorenzinique detectan los débiles campos eléctricos emitidos por presas cercanas.

Una vez que el tiburón fija su objetivo, su mandíbula se catapulta hacia adelante con un movimiento ultrarrápido, atrapando a la víctima con dientes como uñas. Este mecanismo único se complementa con un hígado aceitoso que permite al tiburón duende flotar con una flotabilidad casi neutra.

Por grotesco que parezca, la eficiencia evolutiva del tiburón duende es innegable. Desde su mandíbula saliente hasta su capacidad para cazar en cualquier entorno, el tiburón duende ejemplifica la adaptación a los extremos. Si bien los avistamientos son raros, este enigmático depredador sigue siendo un vívido recordatorio de las indómitas y misteriosas formas de vida de las profundidades del mar.

4. Pez globo: posiblemente la criatura más “fea” que jamás haya existido

El pez globo se ha convertido en una celebridad poco probable del reino animal por su apariencia cómicamente caída. Pero la reputación de este pez como “el animal más feo del mundo” es el resultado de las circunstancias más que de su verdadera forma.

Debajo de la superficie del océano, a profundidades de hasta 1.200 metros, el pez globo se parece más a un pez típico, con un cuerpo suave y regordete adecuado para vivir bajo una inmensa presión.

En su hábitat natural, el cuerpo gelatinoso del pez globo actúa como una adaptación inteligente. Sin vejiga natatoria para regular la flotabilidad (una estructura que colapsaría bajo una presión tan extrema), el pez gota depende de su tejido graso de baja densidad para flotar sin esfuerzo sobre el fondo marino.

Sin embargo, cuando se lleva a la superficie, el cambio drástico de presión hace que el cuerpo del pez gota se deforme. Sus tejidos blandos se expanden y su estructura colapsa, creando la apariencia de “fusión” que ha impulsado su notoriedad.

Lejos de ser un depredador temible, el pez globo es una criatura dócil y pasiva. Simplemente flota, esperando que pequeños crustáceos o partículas comestibles se interpongan en su camino. Su estilo de vida de bajo consumo energético es la adaptación definitiva para la vida en un entorno con escasos recursos, lo que demuestra que en las profundidades del mar, incluso la pereza puede ser una estrategia de supervivencia.

5. Calamar vampiro: ojos enormes en relación con el tamaño del cuerpo

Con un nombre tan evocador como Vampyroteuthis infernalis—el “calamar vampiro del infierno”—se podría esperar un depredador sediento de sangre. En verdad, esta enigmática criatura no es ni un vampiro ni un calamar, sino un maestro de la supervivencia en uno de los entornos más duros de la Tierra: las zonas de oxígeno mínimo de las profundidades del mar.

La característica más llamativa del calamar vampiro son sus enormes ojos, que, en relación con el tamaño del cuerpo, son los más grandes de cualquier animal conocido. (En términos absolutos, la criatura con los ojos más grandes del mundo es también un calamar de aguas profundas: el calamar colosal).

El cuerpo del calamar vampiro, cuyo color varía desde el óxido intenso hasta el negro como la tinta según su región, está cubierto con un par de aletas que le ayudan a flotar sin esfuerzo.

Cuando se siente amenazado, el calamar vampiro puede desplegar su “capa”, envolviendo sus brazos palmeados alrededor de sí mismo en una postura defensiva que deja al descubierto cirros espinosos e iridiscentes en la parte interna de sus brazos, un espectáculo que los científicos han apodado la “postura de la piña”.

Sin embargo, su dieta es lo que realmente distingue al calamar vampiro.

Lejos de ser un depredador, es el único cefalópodo carroñero conocido que subsiste a base de “nieve marina”, una mezcla de materia orgánica muerta, partículas fecales y otros detritos que flotan desde la superficie del océano. Para alimentarse, extiende dos filamentos largos cubiertos de adhesivo para atrapar estos desechos, que luego se agrupan en “bolas de masa” recubiertas de moco y se consumen.

Estas maravillas de las profundidades marinas ejemplifican el deseo del mundo animal de sobrevivir, incluso en las condiciones más duras imaginables. ¿La resiliencia natural de estas criaturas inspira la tuya? Realice una prueba de 2 minutos para ver dónde se encuentra en el Escala de conexión con la naturaleza.

Fuente